Dios nos da gracia porque nos ama.

Cuando el amor y la justicia se unen, su gracia se revela para proveernos nuestra salvación. Dios te ama porque ha elegido hacerlo.

Porque nos amó, Jesús lo soportó todo.

Dios demostró su amor sacrificando a su Hijo por nosotros.

Nada podrá separarnos del amor de Dios.

La semilla de Dios crece mejor si el suelo del corazón se limpia a través de la confesión.

La gracia significa que ya no tienes que seguir corriendo.

Hay algo en nuestro interior que anhela volver a tener comunión con Jesús.

La confesión construye un puente sobre el cual podemos caminar de vuelta a la presencia de Dios.

No trates de esconderle tus pecados a Dios. Confiésalos para que Él pueda perdonarlos.

El odio nunca tiene sentido.

Hemos sido perdonados demasiadas veces. ¿Cómo podríamos no perdonar a los demás?

A fin de amar como Dios, debemos primero recibir el amor de Dios.

Cuando quieres que alguien pague por lo que se te ha hecho, recuerda . . . Alguien ya lo hizo. (Jesús).

1 Corintios 13 describe el inmensurable amor de Cristo.

Deja que el amor de Jesús cubra todas las cosas en tu vida.

Muchas personas nos dicen que amemos. Sólo Dios nos da el poder para hacerlo.

Jesús nos invita a vivir en el inagotable amor de Dios.

El odio y la amargura son cargas pesadas de llevar.

El amor durará para siempre.

Las relaciones humanas nos enseñan algo acerca del amor de Dios.

Dios es por nosotros.

Dios no te salvó para que estés afanado.

No necesitas sentirte culpable porque hemos sido perdonados.

Nada puede cambiar el amor de Dios por nosotros.