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A pesar de todo lo que
Jesús tuvo que soportar, Él estuvo gozoso.
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El placer sagrado es una
exhuberancia interna que viene de Dios.
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Para conocer a Jesús
debemos pasar tiempo en su presencia.
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Aquellos que comparten
el gozo de Jesús tienen una paz perseverante e inquebrantable.
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El gozo es el resultado
de una extensa reconstrucción de nuestros corazones.
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Cuanto más permitimos
que Dios nos cambie, tanto mayor será nuestro gozo.
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El temor trata de
robarnos nuestro gozo.
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El gozo comienza con
tener el valor de creer que has sido perdonado.
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Nuestro corazón es como
la torre de control, donde se encuentran nuestros pensamientos, deseos y
nuestra fe.
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No puedes arreglar la
raíz de ningún problema haciendo cambios externos.
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Puedes cambiar tu vida
teniendo un corazón cambiado.
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El verdadero gozo no
depende de tus acciones ni de tus emociones.
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A Dios no lo detiene lo
imposible.
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Puedes decidir estar
gozoso, incluso si todo está en tu contra.
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El regalo del deleite en
Dios siempre se le da a aquellos que saben que están en necesidad.
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El cielo es nuestro
galardón.
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La promesa del cielo nos
trae esperanza hoy.
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El cielo será un lugar
de regocijo para siempre
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El cielo será nuestro
hogar.