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Cuando llegamos al borde
de la total desesperación, Dios interviene.
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La fe es una convicción
de que Jesús puede y la esperanza de que lo hará.
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La fe es la creencia en
que Dios es real y de que es bueno.
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Dios dice que cuanto más
desesperadas sean las circunstancias que te rodean, tanto más probable
será tu salvación.
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La ayuda de Dios está
cercana y siempre está a disposición de aquellos que la buscan.
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El poder que necesitamos
está en Jesús, no en nuestras oraciones.
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Jesús responde a nuestra
necesidad, no a la elocuencia de nuestras oraciones.
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Nuestras oraciones si
tienen relevancia.
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Todos estamos en el
mismo dilema: sólo los santos verán a Dios.
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Nuestra meta es ser como
Jesús; cualquier cosa menos que eso es inadecuado.
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El poder de Dios nos ha
dado vida.
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Jesús ha entrado en
nuestro mundo de dolor y nos ha ofrecido una mano. Ahora depende de
nosotros aceptarla.
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Enfrentar la muerte de
un ser amado revela nuestra opinión de Dios.
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Nada está más allá del
poder de Jesús.
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Dios tiene las llaves de
la vida y la muerte.
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Cuando Jesús vuelva, ya
no habrá más muerte.
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Dios trata con ternura a
los heridos y a los cansados.
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La Biblia registra
momentos cuando un Dios real enfrentó el dolor real.
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El objetivo de las
historias de la Biblia es ayudarte a mirar hacia adelante con fe.