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Jesús puede entender
nuestras debilidades.
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Dios le da paz a
aquellos que confían en Él.
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Jesús sabe cómo nos
sentimos
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Las voces de la multitud
son persuasivas y piden a gritos nuestra atención.
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Jesús evitó la adulación
de la multitud. Prefirió estar a solas con Dios.
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Las ovejas conocen la
voz de su pastor.
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Cuando Jesús escuchó la
voz de Dios, la buscó.
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Si las grandes
oportunidades fueran obviamente malignas, sería fácil decir que no.
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Algunas veces, la paz
viene como consecuencia de decirle que no a las cosas buenas para elegir
algo que es mejor.
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Es difícil ver a Dios a
través de nuestro dolor.
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El dolor altera nuestra
paz más que cualquier otra cosa.
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Cuando todo lo que
tenemos son preguntas, debemos aferrarnos a la fe.
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Aun cuando no podemos
ver a Jesús, debemos confiar en Él.
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Jesús está más cerca de
lo que jamás hayas soñado.
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Debemos soltarnos de
nuestra seguridad personal para experimentar la paz duradera.
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La paz duradera sólo
viene de Dios.
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No podemos tener la paz
de Dios hasta que tengamos paz con Dios.
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Somos grandes pecadores
y necesitamos un gran Salvador.
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Cuando clamamos <¡Señor,
sálvame!> Jesús está allí para tomarnos de la mano.
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Algunas veces Dios tiene
que decir que no a nuestros pedidos.
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Dios nos ama demasiado
como para darnos gusto en cada uno de nuestros caprichos.
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En comparación con la
eternidad, esta vida es fugaz.
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No es fácil fijar
nuestros ojos en lo que no se ve. Pero es necesario.
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Dios nunca dijo que el
viaje sería fácil, pero sí dijo que la llegada valdría la pena.